En los últimos años, en muchos países,
el Acoso Escolar ha sido reconocido y registrado como un delito y ha
sido definido como un acto de comportamiento agresivo constante que se
manifiesta al usar la fuerza y la coacción para herir a otra persona, ya
sea física o mentalmente.
Las víctimas de acoso escolar pueden
desarrollar altos niveles de ansiedad, disminución de su autoestima y
bajas en el rendimiento académico, que si no se controla a tiempo pasan a
estados depresivos que pueden desencadenar en tendencias suicidas.
El bullying implica tres
características: el desequilibrio de poder, la intención de causar daño y
la repetición. Quienes intimidan utilizan su poder para controlar y las
víctimas tienen dificultades para defenderse. El acosador tiene la
intención de causar daño y los incidentes de intimidación ocurren a la
misma persona una y otra vez por parte de la misma persona o grupo.
La psicólogo clínico Katharina Trebbau,
quien forma parte del grupo de especialistas de Celan, explica que en
primaria y bachillerato es más común ver episodios de bullying, pero
pueden haber indicios desde la edad preescolar. “En el colegio de
nuestros hijos podemos ver compañeros de 5-6 años que tienden a
relacionarse de forma violenta”.
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